miércoles, 17 de enero de 2007

Nube primera edición

Ya está en circulación el primer número del boletín cultural nube. Enero 2007. Esperamos que sea de su interés y agrado.
Cualquier comentario e informes pueden hacerlo con confianza y a través de este medio también.

Gracias.









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Sin Fellini

He de confesar que nunca he visto una película de Fellini.
Hace poco pasaron algunas en el canal cultural de la tele por cable y también me las perdí.
Y desde que supe que existía quise ver alguna nada más por no dejar. No ha llegado el momento, lo confieso. Por lo mismo sé nada de él.
Lo que me llama la atención no es que el italiano haya sido onírico, ni que dijera que el cine es “como una mujer. El útero es el teatro, la oscuridad fetal y las apariciones, todo crea una relación en la que nos proyectamos”; tampoco que Terry Gilliam o David Lynch existan gracias a él; ni que alguna vez se explicara: “Nunca pensé que podría ser director; me faltaba temperamento, la voz, la autoridad, la arrogancia… Creía que sería un escritor, un pintor, o mejor incluso, un enviado especial. ¡Pero resultó que tenía todos esos defectos!”. Tampoco que se negara a los happy ends porque afirmaba, le quitaban toda responsabilidad al espectador, que sabía que el espectador debía encontrar un buen final a su historia, y que en todas sus películas fue fiel a esos puntos suspensivos como conclusión, que nunca escribió, por ejemplo, la palabra FIN en la pantalla.
No, quiero ver una cinta de Fellini por el simple hecho de que algunos de sus personajes y actores los encontraba en viajes en el metro.
Ir dentro del metro es ir dentro de un reloj, explicaba Julio Cortázar.
De una estación a otra hay, pongamos, cinco minutos. Uno lo sabe pero cuando hace el viaje, toda una semana, un día entero o la charla de dos horas, encajan perfectamente.
¿Cómo se acomoda tanto tiempo en el 'espacio' de cinco minutos? Ni Don Quijote, aquella vez en la Cueva de Montesinos, lo supo.
- Yo no sé señor Don Quijote, ¿cómo vuesa merced, en tan poco espacio de tiempo como ha que está allá abajo, haya visto tantas cosas y hablado y respondido tanto?
- ¿Cuánto ha que bajé? - Poco más de una hora.
- Eso no puede ser porque allá me anocheció y amaneció, y tornó a anochecer y amanecer tres veces; de modo que a mi cuenta, tres días he estado en aquellas partes remotas y escondidas a la vista vuestra.
- Verdad debe de decir, mi señor; que como todas las cosas que le han sucedido son por encantamiento, quizá a lo que a nosotros nos parece una hora, debe parecer allá tres días con sus noches.
- Así será.
Sancho, por supuesto, no le creyó al caballero; pero ¿quién nunca ha, más que viajado en metro, perdido el tiempo, o alargado o estirado, como un reloj de Dalí, tal vez por encantamiento?
Así, imaginen pues una cinta (los que no han visto a Fellini) con actores y personajes extraídos mientras el tiempo es una banda elástica.
No sé por qué nunca he visto una cinta de Fellini.
La quiero ver, por eso y porque además él era un dibujante compulsivo y cada que le pedían un autógrafo, el firmaba con un dibujo que podría ser el boceto de su nuevo personaje. A diez años de su muerte, nadie hace eso.

Gama Luna
glg_21@yahoo.com

Texto publicado en el boletín 2

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